Resistencia de materiales
L’Art est long et le Temps est court.
—Charles Baudelaire
La piedra estaba aquí
antes que yo naciera, antes
que naciera mi padre
y su padre, mi bisabuelo
y diez generaciones;
todos los seres vivos
que pueblan el planeta
al cierre de este instante.
No puedo sino hacer la reverencia,
venerar la humedad
que crece en el olfato
como un trozo de bosque,
esa humedad antigua
que emana de las cuevas
hundidas en el tiempo.
Nos iremos
y la piedra
seguirá erguida en mitad de la plaza
sobre la pila de sus propios huesos
que no se deterioran
con la prisa
de nuestros
componentes.
Consistencia del mundo:
mira el sordo desgaste de la carne
frente a la solidez
de las texturas añosas;
ve la depreciación de su envoltura,
la fragilidad de los andamios
que sostienen la carpa;
el tallo, en fin, que somos
al pie de la cantera o el basalto
enfriados por la alquimia de los siglos.
El hombre no es más viejo que la piedra
ni logra
subsistir
a lo que ha amontonado con su pulso.
No dura lo que duran sus creaciones.
Lección de biología
El pájaro es más leve
que la rama
en el jardín de la fragilidad.
Resbala, se desprende
una migaja
de agua,
ejerce
sobre la nervadura de la hoja
el peso vertical
de su abalorio.
Mas
el pájaro
se arraiga a las cornisas
como una marioneta
tirada por las hebras de la lluvia.
Nosotros, a la inversa,
no terminamos nunca
de caer,
igual que el cielo que se desmorona
bajo el hacha del trueno.
Terrícolas, el suelo nos reclama.
Y así, sólo nos queda
acatar la inercia del diluvio
y el ascenso del pájaro
desde un punto de mira que reitera
la imposibilidad
de nuestra hechura.